martes, 23 de octubre de 2007

Antwerpen se vistió de morado




La fé, la esperanza y el recuerdo se juntaron en Antwerpen, donde se celebró una misa en honor al Señor de los Milagros. Los peregrinos vinieron de diversos puntos hacia la iglesia Sint Catherine ubicada en Kiel, en las afueras de Antwerpen (Bélgica).
No solo había peruanos entre los fieles. Se podía identificar a ecuatorianos, bolivianos, belgas, holandeses y americanos. Porque la fe no entiende de fronteras, ni razas, ni idiomas. Allí en esta iglesia, construida hace más de cien años, fue celebrada una misa para recordar por siempre.
Corazones morados colgaban a los lados de la iglesia y en el fondo, los grupos de baile se alistaban para brindar su homenaje, a la manera peruana: con zapateo, guitarra y música andina.
La emoción embargó a muchos al ver a un grupo de niñas vestidas con polleras de colores que bailaron la danza “El árbol de la vida”. Pero también emocionaron las palabras del sacerdote Guillermo Urquiza, ayacuchano y desde setiembre del 2006 responsable de la misión hispana en Luxemburgo, quien pidió por todos aquellos que viven en la sombra: los ilegales, los ninguneados por sociedades y leyes. Pidió también por quienes no tienen trabajo o se sienten solos en países ajenos a los suyos. Todos ellos estuvieron encomendados al Señor de los Milagros quien, desde aquel lejano 14 de septiembre de 1671 cuando se celebró la primera misa ante el Cristo de Pachacamilla, continúa realizando milagros.
La imagen del Cristo Morado, que recorre las calles de Kiel desde hace diez años, volvió con los olores de sahumerios. Invandió casas cercanas y también la curiosidad de belgas, que salieron a observar a las andas de San Martín de Porres y Santa Rosa de Lima en plena luz del día, sin enteder quizás de por qué tanta veneración.
A diferencia de Lima, aquí en Bélgica no hubo olor de anticuchos, picarones, ni dulces típicos y menos de ruidos y alto parlantes ofreciendo comidas, porque para eso la policía belga acompañó a los casi 200 presentes, que caminaron con la imagen. Solo los turrones de Doña Pepa, se dejaron ver por un momento, porque se vendieron como pan caliente.
Y otra diferencia más: el anda de este Cristo querido y al que se le pide hasta lo imposible, es cargado sólo por mujeres.