lunes, 15 de septiembre de 2008

Cuando los males vienen y debes cumplir tareas

Solo para contarles que estuve super mal la semana pasada. Ya desde el martes sentía que mi garganta iba creciendo de a pocos, hasta que se puso roja y comer empezaba a ser una tortura, pero dije (para levantarme el ánimo, como me recomienda mi comadre Rosanna) ya pasará.

El jueves 11 tuve mi examen de holandés en el ROC (Regionaal Opleidingen Centrum, un instituto para adultos migrantes) que queda en Leiden. Descubrí que mi holandés (los tres meses que estudié en el 2007) no estaba oxidado. Hablé, escribí, escuché y cometí errores como cancha, pero con todo me pusieron en el nivel 2 rápido, porque parece, según la prueba sicotécnica que me hicieron, aún en mi cerebro se alojan algunas neuronas que sirven para aprender idiomas. Hasta allí todo bien. El día fue soleado, con 16 de temperatura, un viento bárbaro.

Por la tarde entrevisté a los peruanos que hicieron un himno para la ciudad de Amsterdam, casi dos horas conversando de sus experiencias, que me transportaron a otro mundo, al que me gusta ir, en el cual puedo manejar lo que sé, es decir, escribir, preguntar e imaginar. De allí otra vuelta a la realidad y parece que en el trayecto el aire, el frío y no sé que más jugaron en mi contra. Amanecí con fiebre, con el cuerpo adolorido como si me hubieran dado de golpes, la cabeza me daba vueltas y para culminar me dolían los ojos. Ese dolor es realmente el primero que en mi vida que he sentido, que feo, parece que se van a salir los ojos de su órbita.

Por supuesto no pude ir a dejar a mi hija al colegio, nos despertamos tarde, la casa patas arriba, yo temblando porque del calor pasaba a los escalosfríos y solo estábamos las dos. Así que preparé lo que pude, un desayuno así no más y de vuelta a mi cama. Termómetro a la mano, papel, mi pote de Mentholatum traído desde Limalandia y a ver televisión. Pero la fiebre hizo de las suyas
y comencé a temblar como terremoto de Ica y ni me podía mover. Brenda me traía agua en sus vasitos para tomar, ella es asi tan compadecida siempre con la mami y me decía "duerme yo te despierto después". Así que para bajar la fiebre me rendí ante dos Panadol que me tumbaron.

Así entre 39 grados y 38 pasé el viernes (gracias era viernes), a esta fiebre se asoció el dolor agudo de garganta, los gangleos inflamados y no me quedó otra que consultar al doctor vía e mail, pero no al de aquí, sino a mi hermano, quien me dijo es hora de los antibióticos. !Y santa maravillas! Con la primera Amoxicilina cayó la barricada de flema verde que tenía impregnada en la faringe, sentí un gran alivio, luego el color rojo al día siguiente cambió a rosado y parece que gané la batalla a virus y bacterias, porque día a día estoy mejorando.

Espero no enfermarme, aunque parece que mi punto débil, por estos lares, es la faringe. Es tiempo creo de tejer una bufanda de lana anti todo, anti viento y anti stress.

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